Blog de la comisión 2 - Cátedra de Periodismo de Investigación de la UNlP

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lunes, 29 de junio de 2009

La omisión

Fue por la construcción de 743 viviendas en el barrio Las Margaritas. El proyecto es de 2006 y el plazo de obra estipulaba que se terminarían en un año, pero las casas aún continúan inhabitables. La falta de información de los preadjudicados. La nula comunicación del Gobierno local. Las contradicciones entre los organismos gubernamentales

Por: Ezequiel Vázquez

— Perdoná que te haga pasar, pero es lo único que tengo.

Al entrar a la casa se entiende qué quiso decir. Está dividida por dentro con pedazos de telgopor, y no tiene más de dos habitaciones. Viven allí cinco personas. A Mónica Milesi le da vergüenza ser pobre y no lo oculta, pero la desesperación se le nota en los ojos. Ella es una de las 703 personas que fueron preadjudicadas para tener su vivienda en el barrio Las Margaritas de Florencio Varela, pero ignora, como todos, cuándo la tendrá. El municipio omitió deliberadamente brindarles información a los futuros dueños sobre el tiempo en que se debían terminar las casas, que constaba de doce meses, y ellos continúan esperando, envueltos en una ignorancia mayúscula y una desidia a la que fueron llevados por los verdaderos responsables. Esos que debían haber finalizado las viviendas hace ya más de dos años.

El complejo habitacional, ubicado en la Ruta 36 y el arroyo Las Conchitas, es uno de los tantos proyectos que componen el Programa Federal de Construcción de Viviendas que lanzara el Gobierno nacional en 2004. La administración local, a cargo de Julio Pereyra, fue quien designó a las personas que habitarían las viviendas, pero jamás les especificó cuándo sería eso por motivos múltiples.

Un funcionario del Ministerio de Planificación Federal con contacto directo con Julio De Vido, titular de la cartera, explicó que la omisión responde a la certeza que siempre tuvo el Gobierno comunal sobre la imposibilidad de finalizar las obras en tiempo y forma. “Entre el llamado a licitación pública y el momento en que las obras comienzan, lo que valía un peso pasó a valer dos, por la inflación. Entonces antes de comenzar con los trabajos ya se sabe que los fondos no alcanzan”, detalló.

No obstante, sostuvo que la orden es comenzar los trabajos igual. “Una vez gastado ese dinero, la empresa envía una notificación al Ministerio de Planificación que consta de una redeterminación de precios, pidiendo a este organismo que aprueben el envío de más fondos. Por lo general, en este proceso se detiene todo”, añadió. La empresa constructora que obtuvo la licitación es Bricons SA y confirmó este mecanismo, aunque negó que las obras se hubiesen detenido en algún momento. La realidad, como siempre, es la encargada de refutar las palabras.

El plazo y las contradicciones
En base a entrevistas con entre diez y quince de los preadjudicados, se pudo constatar que ninguno sabía del plazo de obra. Más aún: los otros continúan sin saberlo. “Yo no tengo casa propia, por eso me acerqué personalmente a la Municipalidad para que me explicaran el porqué de la tardanza, porque la necesito. Nunca me dieron una respuesta concreta ni tuvieron la delicadeza de llamarme para explicarme nada”, dijo Dora Aimone, preadjudicada Nº73 y con DNI 14.390.097.

En la misma línea, Claudia Baraldo (Nº274, DNI 21.990.146) se extiende: “Yo nunca supe nada del plazo de obra. Vino la asistente social al momento en que me preadjudicaron, pero todo quedó ahí. Nunca más tuve contacto con nadie de la Municipalidad”.

Las preguntas nunca obtuvieron respuestas de ninguno de los organismos gubernamentales responsables. Desde el Gobierno municipal comenzaron a hacer reuniones con algunos preadjudicados, en las que se les dice cuál es la casa que habitarán y a qué manzana pertenece. Pero esta iniciativa lleva consigo fallas graves: la principal es que siguen omitiendo el plazo estipulado de las obras y el porqué de la eterna demora.

Las contradicciones en las versiones de los distintos sectores implicados son elocuentes. Una preadjudicada que participó en un “taller de integración” (eufemismo que utilizan desde el Municipio para llamar a las reuniones) contó que “una tal María Rosa (Tedesco, directora del área de Regularización Dominial del distrito) dijo que se iban a terminar en un lapso de entre tres meses y un año”. Por su parte, el secretario de Obras Públicas comunal, Tomás Vanrell, aseguró que ese lapso no se extenderá más allá de fin de 2009.

El vocero de la empresa constructora, a su vez, fijó fecha de terminación para marzo de 2010, “si todo sale bien”. Y desde el Instituto de la Vivienda, dependiente del Ministerio de Infraestructura de la Provincia, directamente no lo saben. “La fecha para la finalización de las obras se desconoce”, se limitó a decir el arquitecto José Collar, miembro de la Dirección de Obras del Instituto, sobre los tiempos previstos. Voces tan distintas que, interconectadas por el proyecto de Las Margaritas, constituyen una afirmación dual: por un lado, la falta de comunicación entre los tres entes del gobierno responsables. Por otro, la falta de responsabilidad hacia las personas que esperan por sus casas.

Números inflados
Es significativo observar los números oficiales acerca del estado de la obra. Según cifras brindadas por el Instituto de la Vivienda provincial, el avance físico al mes de abril era del 90 por ciento. El Ministerio de Planificación Federal, por su parte, consigna que las obras en Las Margaritas, al 31 de diciembre de 2008, tienen un estado de avance físico de entre el 86,5 y el 89,4 por ciento. Sin embargo, muchas de las casas que están emplazadas en el fondo del complejo carecen de revoque, aberturas y hasta techo, y en todo el perímetro donde se ubican las viviendas no existe el pavimento que, tal cual afirmó Vanrell, estará hecho al momento de ser habitadas. ¿Constituirán todos estos faltantes el módico 10 por ciento restante, o simplemente las cifras están “infladas” para justificar el destino de los fondos?

Desde el Gobierno municipal ni siquiera lograron esos datos, ya que mediante un comunicado con la firma de Silvana Santinón, directora del área de Desarrollo Urbano y Vivienda de la comuna, afirmaron que ellos no cuentan con ningún expediente de la obra, ni siquiera los pliegos de licitación, que se encuentran en el Instituto de la Vivienda. Resulta cuanto menos extraño este dato, ya que el vocero de Bricons SA había apuntado a la Municipalidad distrital como el lugar donde estaban los expedientes.

Si bien los hechos demuestran que las irregularidades en el proceso son vastas y que la falta de información de los preadjudicados es proverbial, Vanrell explicó lo contrario. “La comunicación con los preadjudicados es permanente. Tenemos sus datos en la base y constantemente le estamos informando del avance de cómo va la construcción. Además es de ida y vuelta, ellos llaman por teléfono y a través de Internet”, dijo, en contraposición con las versiones de las personas asignadas para habitar las viviendas.

En el lugar de la obra hay tres carteles con los datos de la cantidad de unidades habitacionales a realizarse, los nombres de los distintos organismos gubernamentales con competencia en el proyecto, los montos exactos de cada construcción y una llamativa mancha de pintura negra que se repite. En el mismo lugar de cada uno de los tres carteles y con un mismo objetivo: tapar el plazo de la obra.

Por el momento los preadjudicados continúan en la dulce espera. Sus realidades los obligan a mantener y no dejar morir la esperanza de la casa propia. Mónica Milesi deberá seguir afrontando las debilidades sociales, con su marido y uno de sus hijos sufriendo distintos grados de discapacidad, como hasta ahora: con los duros sentimientos que le provoca su situación económica, pero también con la falta de información acerca del día en que tendrá su techo.

— Tendremos que seguir esperando — dice, a modo de despedida.

En la Municipalidad jamás la escucharon ni le dieron información alguna. Le da vergüenza ser pobre y no lo oculta, tal vez porque no sepa que la verdadera vergüenza deberían sentirla los responsables de que, hasta el momento, no pueda habitar su vivienda propia.

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